Se acabó lo nuestro
Naturaleza inquieta
en
un cielo
que
crea y besa
tu
nombre
entre
el viento
enquistándose
en las nubes
que
revolotean
sobre
una gran agonía
y
van susurrando tu nombre:
Sofía,
Sofía, Sofía…
Llegaste
a mi vida
y
te fuiste sin despedida
como
un tierno colibrí
que
llega fugaz,
se
alimenta
y
no vuelve jamás.
Tu
nombre salpica
entre
campanas viejas
a
un llamado mudo
donde
mi corazón tamborilea.
Sufriendo
y llorando tu partida
de
nuestras caricias secas.
Quién
diría
que
me volvería
aquella
planta verde
que
cortaste
y
agonizaba
frente
aquel árbol grande.
Cuyo
viento suena,
cual
orquesta
envuelta en olas de viento
sin
aplausos ni faena.
Qué
triste
fue
haber llorado
entre
nuestros hombros,
anhelando
no dejar
que
lo nuestro termine.
Nos
envolvimos entre fantasías
de
luchar por nuestro amor
que
olía y latía
como
el viento
que
mueve a las plantas
en
mi crucifixión
de
mi nombre Jesús
sobre
tu apellido Cruz.
Hoy
yace marchito
dicho
amor que nos prometimos
entre
la tierra seca
donde
ahora vas puliendo
nuevas
y mejores semillas
que
esperan
ramas
más verdes,
más
frondosas,
y
que yo
nunca
te pude dar.
Se
acabó lo nuestro Sofía.
Hoy
ya no hay
caricia
ni melodía,
solo
un viento mudo
que
va moviendo
la
planta que agoniza.
JNR