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La mejor vida de mis días

Despierto y tengo la sensación de que llevo bastante tiempo dormido. La visión se aclara, permitiéndome observar mis manos arrugadas del cansancio que una vida entera le regala a un viejo como yo. La memoria ya no es la misma. Tengo la impresión de haber hecho grandes cosas; sin embargo, no las recuerdo. Observo alrededor, mi cuerpo yace tendido en una cama de hospital. El canto de las aves invade la ventana, dejando al silencio en un estado de pausa. Los rayos del sol apuntan a un cuadernillo que se encuentra a un costado de la cama invitándome a tomarlo. Una vez en mis manos, me percato del título del diario, lleva por nombre: «El mejor día de mi vida».      El miedo y los nervios despiertan recorriendo mi cuerpo agrietado, me asusta empezar a leer una vida que no recuerdo. Habré logrado ser alguien importante, cumpliendo así todas mis metas   y sueños. O será que fui un fracasado que nadie quiere recordar. Cerré el cuaderno bruscamente al percatarme de una joven bellísima de pie