Surge el amor
Surge como brocha andante, mi corazón cobarde, mi escritura inquieta, la efusiva necesidad de sentir tu piel palpando cerca de la mía. ¡La locura se intensifica en mi calma frágil y siniestra! La noche y el día ya no son comunes; son días ansiosos, de alteración constante, de fisuras dentro de lo cotidiano: sonando, crujiendo, raspando… Mi calma no tiene descanso, mi corazón profano corre, brinca y se ejercita de manera intensa. Ruje como bestia arrastrándose entre la tierra seca, con las raíces duras y un tanto movedizas. Mis suspiros se sienten agotados, mi pecho se solidifica en formidables palpitaciones, que se sienten como filosos cuchillos boicoteando mi respiración tranquila. Soy testigo de mi voz desgarrándose, de mis lágrimas olvidadas, de aquella soledad que creía solida y perpetua. La mañana, la tarde y la noche se han convertido en acompañantes escurridizos, y en perpetuos escoltas, atentos a cada acción mía. El reposo de mis latidos ahora vislumbra como un lejano sueño,