Surge el amor

 

Surge como brocha andante, mi corazón cobarde, mi escritura inquieta, la efusiva necesidad de sentir tu piel palpando cerca de la mía. ¡La locura se intensifica en mi calma frágil y siniestra! La noche y el día ya no son comunes; son días ansiosos, de alteración constante, de fisuras dentro de lo cotidiano: sonando, crujiendo, raspando… Mi calma no tiene descanso, mi corazón profano corre, brinca y se ejercita de manera intensa. Ruje como bestia arrastrándose entre la tierra seca, con las raíces duras y un tanto movedizas. Mis suspiros se sienten agotados, mi pecho se solidifica en formidables palpitaciones, que se sienten como filosos cuchillos boicoteando mi respiración tranquila. Soy testigo de mi voz desgarrándose, de mis lágrimas olvidadas, de aquella soledad que creía solida y perpetua. La mañana, la tarde y la noche se han convertido en acompañantes escurridizos, y en perpetuos escoltas, atentos a cada acción mía. El reposo de mis latidos ahora vislumbra como un lejano sueño, distante a la muchedumbre e invisible al vulgo ignorante. La luna llena se ha callado ignorándome y dándome la espalda. Me confunde y cree que soy un simple amante, de esos que sólo se enamoran y conquistan basándose en la superficie de la piel y la figura humana, de esos… que arrancan flores y suman conquistas en sus listas de amor ilusorio. El destino cruel se oculta bajo la esperanza sonriente. Las traiciones no se sienten cuando uno porta orgulloso y de frente, las mejillas sonrojadas ante el presente lúcido y encantado, de cada encuentro tan íntimo y tan nuestro. La gallardía enmascara mi cobardía, la cual creía disimulada y tenue, pero me equivoco; surge en mí una voz que no conocía y que me impulsa a declarar un extraño amor que nunca creía decir en voz alta: ¡Estar enamorado me transforma, me convierte en una bestia que obedece a sus impulsos más inmediatos, a defender lo indefendible! A forzar la belleza donde el otro, ajeno a mis ojos, no la perciba como tal. Enamorarse es una ilusión que nos hace elevarnos sin percatarnos de la caída que llegará tarde o temprano. Y entonces me cuestiono, ¿por qué cuando me siento enamorado me siento feliz?, y entonces, cuándo nos llegará la caída de lo que nos enorgullece como seres vivos y llamamos propiamente: felicidad…      

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