Obsesión momentánea
Camino en la
usanza de mi desdicha sujetado por la mano imaginaria que la soledad me otorga,
en ese mismo instante emerges cual relámpago en un aparador incrustada en el centro
comercial, ahí está tu imagen encajada entre la pared y mis pupilas, luces esplendorosa,
tan ausente de vida en una atmósfera concurrida tan llena de rutina tan
atiborrada de armonía. Es tu fotografía la que me alcanza el alma e inunda de
luz mi espacio mi geografía, tu expresión facial enciende mis sentidos siendo estos
atraídos por un magnetismo que la ciencia no comprende. Tú sin mí no eres, yo
sin ti no soy, nos pertenecemos desde el momento en que nuestras miradas
desnudaron el silencio con palabras que brotan del futuro y quedan marcadas en
el pasado momentáneo. Me robas la helada soledad con tu calor áspero y sin
aliento, tus monumentales senos son un exquisito banquete platónico de mi más
grande fantasía cavernosa que ensancha las sombras en mi universo de ideas, invitándome
así, a querer destrozar la ropa que abraza tu delicada piel morena, sin pena,
vibrando el deseo que provoca la más dulce miel en colmena. Yo tan policromático,
y tú tan monocromática, de esta carencia que nos sepulta por separados nos
complementa. La hermosa arquitectura humana en papel que recorre tu cuerpo derrumba
los tranquilos latidos de mi corazón incitados por el temblor que provoca al no
quitarte mi mirada aferrada. Expones un amor repentino e inocente hacia la superficie
de un mar que cuyas olas brotan la espuma salvaje en trayectoria al palpitar de
mi alma que te ha inventado en esta casualidad impredecible de mi azar. La
obsesión momentánea de una realidad que somete a lo irreal me confunde al no querer
observar mi entorno envuelto en cadenas. ¿Quién soy yo para perderme en la
penumbra de un acantilado infinito que mi amor podría darte? Yo tan mortal, y tú…,
tan carente de espíritu con un acartonado ímpetu tan nulo de vida. Me despido
con pesadumbre y futura nostalgia de saber que probablemente no seamos dos
pétalos de flor juguetones que el viento se llevó, como lo éramos antes de
saber el uno del otro. Bajo la costumbre sangrienta tan habitual donde la musa me
apuñala, esta se hincha de celos al darse cuenta que imagino una vida donde por
un instante soy enteramente feliz con alguien más y no con ella. Sal de ahí rápido,
que nadie te vea, y conviértete en verdad absoluta, abrázame ya, dame ese abrazo
cálido que la soledad en su orgullo nunca me ha otorgado, volvamos a rehacer la
vida, y por qué soy yo el que te escribe pensando en tu sospechosa realidad,
que tal si yo fuera esa fotografía inanimada a la que le escribes cuando no hay
nadie y las luces se hayan ido, donde nos amamos eternamente en ese instante momentáneo
donde la poesía trata siempre de alcanzarnos sin tener rotundo éxito, y cuando
por fin crea que nos haya alcanzado, se dé cuenta con penuria que la eternidad
es breve, el fin dura tan solo un instante, y es invisible al nuevo comienzo de
manos que escriben letras disfrazadas de instantes. Me voy alzando mi brazo con
la mano en alto meneándose tan encariñada de tu presencia, camino lento y añorando
nuestro próximo e infinito encuentro siempre tan lleno de fugaces y felices despedidas,
quién lo diría, fuimos, somos, y seremos constantes repeticiones de adiós en un
laberinto sin salidas.
JNR