Traje negro


Quién más que no sea en esta noche de soledad un enigma pulsante del espíritu que se enmarca en versos de hastío. Una parte de mí ha quedado enterrada en un mar de tierra donde la fuerza de la naturaleza ahoga aquel trozo de esperanza abrupta y tan llena de regocijo.
La ligereza se vuelve una pesada carga ante el desatino de mi tristeza, el desprendimiento de un ser ficticio desborda en un canal vació de lágrimas secas.
No alcanzan los velorios ni los elogios ante el alma descarnada.
De la tierra vengo y a la tierra iré.
En el desvelo de mi funeral camino invisible frente a las miradas vivas que le han encontrado sentido al sin sentido fugaz que es la vida.
Puedo ser quien yo quiera; en la conglomeración de oficios a elegir, mi mejor virtud se vuelve la nada. Distante en una sociedad que aplaude y premia lo absurdo, que calla y rasga el traje negro de mis letras ya poco palpitantes hacia el vacío.
Me voy sin no más antes avisarles que se han vuelto cenizas el qué dirán con sus falsas sonrisas.
En tiempos de muerte, no escribo para que me recuerden, sino más bien que recuerden por qué escribo.


JNR

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