Nostalgia andante

Caigo en cuenta del tesoro que carga mi corazón. En los sueños; mi infancia transcurre a colores, arruinando la sonrisa amarga que brota a ratitos por el simple hecho de observar mi reflejo: ya viejo y descolorido.
Caigo en cuenta de que las banquetas de la calle ya no son más el escenario, donde múltiples historias juguetonas derrocharon alegría.
Caigo en cuenta de que mis juguetes se han vuelto tumbas mudas incapaces de relatar los relatos más épicos que en un momento se regocijaron de contar con los finales más emotivos que ni Hollywood podría llegar algún día a concretar.
Caigo en cuenta que el tiempo y los espejos son los grandes señaladores que sentencian mi ahora inexistente infancia corporal.
Caigo en cuenta que mi sombra ya no juega conmigo, que los días son más largos, y que al dormirme en el sillón ya no despierto por arte de magia en mi cama.
Caigo en cuenta que la voz monstruosa que me obligaba a comer de niño, simple y llanamente se preocupaba por mi bienestar digestivo.
Caigo en cuenta que soy el único adulto en blanco y negro que no está rodeado de algún infante en la entrañas de esta colorida juguetería.
Caigo en cuenta que soy una nostalgia andante que recorre los pasillos rodeado de juguetes de plástico y tan carentes de vida.
Caigo en cuenta que ya no hay cuentas en que caer.
El humo del cigarrillo acompaña a la locomotora que da vueltas en círculos en la solitaria habitación obscura.
Caigo en cuenta que el niño que fui, ya no es.
Caigo en cuenta que debería de dejar el pensamiento a un lado de una vida adulta que el futuro puede suministrar.
Caigo en cuenta que el niño que fui, era el adulto que quería ser.
Mi corazón carga el tesoro que ya no cuenta cuando caigo.
El tiempo se acabo…, y ya no me doy cuenta.

JNR

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