Hastío feliz

A veces miro mi historia y surge la sensación de que ya no me pertenece. Esas personas, esos momentos, aquellos lugares, hoy…, se sienten ajenos. Me siento sin alegría y sin tristeza, me siento vacío de sentimientos, me invaden recuerdos, pero, ya no los siento míos. Ya no pienso en mañanas, mi presente y futuro se han vuelto un sin sentido, sin propósito, desfigurado por el destino que creía haber visualizado alguna vez entre sueños. Hoy, ya no sueño, lucho por dormir y despierto sin vida, envuelto en la pesada incertidumbre de ya no tener rumbo.

Mi vida ha sido un constante romper y re hacer deseos personales, soy joven y me siento viejo, tengo fuerza pero no la energía, cada vez hay más gente en el mundo y sin embargo cada vez me siento más solo y alejado de ese mundo. Es como si viviera en una línea del tiempo diferente a la que me pertenecía, ahora cada momento se siente falso, como si me hubiera colocado otro yo. Me siento arrebatado de mi felicidad, forzado a luchar batallas que no se sienten mías, sino de alguien más, de alguien que no soy yo, pero que en el fondo se siente como un yo inflado de vacío.

Soy un arma que espera paciente a la autodestrucción de su propia felicidad, una granada esperando a estallar, pero que no le han susurrado que es una granada de plástico, de juguete, que estalla en juegos y encuentros infantiles en la imaginación de infantes interpretando a soldados valientes con su jugo de manzana en la otra mano simulando ser un transmisor de guerra.

Me he convertido en ese libro roto a simple vista, ese que ni si quiera lo toman de la estantería para cerciorarse si tengo arreglo, me empolvo junto a los demás libros usados, leyéndonos, aquellos entes materiales se han vuelto mi única compañía, nos embriagamos juntos de letras y amanecemos llenos de hastío literario.

Vuelvo vaga mi imaginación recurrente, me encuentro encerrado tras cuatro paredes pero viajo con mi pensamiento a lo frecuente. Me he vuelto un pintor ciego que olvidó dónde dejó sus materiales para pintar repetidamente, y cuando los encuentro, no puedo apreciar lo que mi imaginación ciega le ha indicado plasmar con la pintura que resulta ser de color negra pero quiero creer que es de múltiples colores en mi ingenuidad.

Me siento un reloj privado de sus manecillas, pero en esencia soy un reloj cuyo propósito es advertir el tiempo, pero al hallarme en mi condición, soy una molestia para el que lleva prisa y siempre quiere saber la hora que no puedo darle.

Tengo días malos y otros peores, en una ocasión lo único bueno que me sucedió en todo el día, fue que me picara un mosquito, ya que me recordó que aún tengo sangre y para él soy apetecible.

Si fungiera el papel de alguna pieza en el tablero de ajedrez, sería el peón que nunca se mueve, aquel del rincón, el que solo se mueve hasta el final, y solo para guardar el tablero y las demás piezas.

Mucha gente se siente distante al cosmos, pero si los planetas sintieran, que probablemente así sea pero que en mi ignorancia nunca llegaré a comprender, fuera ese planeta errante que alguna vez formó parte de un movimiento en círculos alrededor de una estrella lejana, pero que ahora deambula sin luz en la oscuridad del éter enfriándose cada vez más.

Muchos dicen que nacieron un día en el que Dios estaba enfermo, bueno, qué afortunados, yo nací en el día, la hora y en el hospital donde lo dieron de alta justo cuando nací.

Me he vuelto viejo en un cuerpo aparentemente joven, donde las mujeres de mi edad ya tienen un aspecto de adulto responsable , y que cuando volteen a verme por detrás, se preguntarán del por qué ese niño se viste como adulto, y en suma, no puede alcanzar los trenes que se encuentran en lo alto de los estantes de la juguetería.

Dicen que la soledad es buena, que es increíble conocerse y amarse a uno mismo, pero ya me cansé de amarme a mí mismo, a veces me caigo tan bien que me da tristeza no poder compartir los momentos de risa que paso conmigo.

Este no es un escrito de ayuda o para dar lástimas, estas son palabras que necesito sacar desde lo más olvidado de mí, ese rostro triste que surge en ocasiones, no pienso evitar más la tristeza, quiero ser ella para dominarle, elegir llorar de felicidad en cada instante donde cada sonrisa sea de tristeza.

A las personas pareciera que les va mejor sin mí, y así es y será siempre, son personas que buscan la felicidad en cada persona que les resulta atractiva en el momento, están en estado permanente evitando su soledad, y en ese acto, se vuelven amargos buscando a cada instante su felicidad, con cada cosa material que no necesitan, buscando a cada momento la sonrisa de quien tengan más cerca, haciéndose los idiotas y bufones, son alguien que realmente dejaron de ser hace tiempo, así, evitándose.

Yo en cambio y con esto me retiro, decidí ya no esperar, ya no buscar…, soy feliz no buscando la felicidad.

JNR

 

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