Tecnología inteligente
La humanidad tiene la
ilusión de hacer uso y ejercer el acto de propiedad de la tecnología en sus
vidas, pero, no sabemos cómo funciona realmente, cómo se crea dicho avance
material tecnológico, qué elementos dan forma para su composición final. Los
pequeños y principales círculos de poder social actual, jamás otorgarían el
acceso a sus sociedades de cada país del mundo un verdadero uso a profundidad
de la tecnología. No les conviene, lo que nos han dado es la ilusión aparente
de hallarnos como individuos “expertos”, “sabios”, con acceso a la compra dichos
aparatos tecnológicos, y que nosotros usamos a los dispositivos inteligentes, y
no ellos a nosotros. Pero, realmente no lo son si verdaderamente hubiera tecnología
avanzada en cada sociedad. La veríamos de ser así, en cualquier momento actuar
sobre nosotros, en este preciso momento, literalmente. Pero no es así, lo que
tenemos es una parodia cómica de la tecnología. Como si individuos de carácter humano
se pusieran un disfraz de cartón simulando ser robots en una obra representada
en un clásico futuro utópico donde la inteligencia artificial realmente
interactúa con nosotros. Detrás de cada dispositivo o aparato tecnológico de “inteligencia
artificial independiente”, hay humanos, seres vivos disfrazados de tecnología
donde se espían, observan, aprenden de la humanidad que tiende a facilitar su
privacidad para facilitar su consumismo. Resulta benéfico para el monstruo
del capitalismo para la mejora de sus estrategias de mercado.
Al sistema capitalista
le enorgullece su forma de apaciguar cada sistema social a base de control.
Esto es, nos otorgan las redes sociales, un espacio ficticio, virtual, que no
existe, de simulación de la realidad, donde cada individuo simula pensar de manera
independiente, de manifestarse, o el de hacer un llamado a otros individuos que
piensan igual a nosotros: una simple manifestación virtual. En la vida real,
¿de verdad actuaríamos como en las redes sociales? ¿Nos revelaríamos en plena
jornada laboral presencialmente? ¿Confrontaríamos a las personas o al sistema
que nos proporcionan el capital para satisfacer nuestras necesidades básicas de
consumo como agua, luz, gas, internet, comida, etcétera?
La respuesta es no,
dependemos de esa capital como para arruinarlo con un comentario que incomode a
la empresa, sistema o individuo que nos da el capital a cambio de nuestros
servicios laborales. Por eso, el sistema capitalista nos ha regalado esta
ilusión de des ahogamiento social virtual. Es su medicina para apaciguarnos en la vida
real, su “opio” como diría Marx. Esa droga que nos hace creer que nos revelamos
ante un sistema que ha alcanzado dimensiones descomunales. Maldito sistema, maldito yo, maldita tecnología...
JNR