27/02/2021

Cuántos rostros y silencios

el tiempo sin piedad

despega del corazón

e incrusta en el pasado.

 

La espuma de la memoria

va arrastrando tu nombre

que retorna y se esfuma.

Cuando hubo un tiempo

en que tu nombre fue

el sustento de mi calma.

Calma que ruborizaba

en un vaivén, que confieso;

en que noche tras noche

mi sonrisa nocturna;

me abrazaba y me pasmaba.

 

Una vez,

me hablaron del destino,

pero no creí

que iba a tener tu rostro,

tu nombre, y apellido,

aún,

después de tu olvido.

 

Y es que hasta he olvidado:

Quién soy.

Ese yo

vuelto susurros:

románticos.

Se ha convertido

en un yo de suspiros:

burdos y nostálgicos.

 

Voy caminando

y olvidando rostros.

Las fechas se acumulan,

se incrustan,

se resbalan.

Se van borrando.

Y además, me van matando.

 

Voy acumulando tiempo

y voy acumulando olvido.

 

He olvidado cómo amar,

cómo confiar en el amor,

cómo sonreír de verdad.

He olvidado cómo vivir.

Solo tengo la sensación

de que en un tiempo

fui feliz, amé y viví.

Donde el tiempo no existía.

Pero que ahora,

voy contando el tiempo

y el tiempo me va contando a mí.

 

Por más que simule olvidarlo.

El tiempo siempre halla

el modo de encontrarme.

 

Me encuentra el tiempo

y me escupe a la cara

y la muerte me saluda

a lo lejos,

esperando pacientemente alegre.

Ambas; la muerte y el tiempo,

pero,

más el tiempo;

me visita cada año,

me suma una cifra

que yo al instante quiero olvidar.

 

Y es que al cumplir años

pareciera

que aumentan las responsabilidades.

Como si un nudo invisible

se hiciera

más apretado e imprevisible

en el cuello; forzándolo.

Apretando mis debilidades.

 

Y ante toda esa sofocación.

El olvido me cura,

me alivia,

me abraza,

me besa y me reza.

 

Creo que no debo confiarme.

No debo de abusar del olvido

ya que éste,

puede ser el somnífero

que vaya destruyendo

poco a poco a mi yo,

a mi quién soy,

mi quién era,

mi hacia dónde voy.

Pero, surge un destello

que me recuerda

hacia dónde voy.

Y entonces el olvido

me habla y me dice:

Te diriges a donde el tiempo

ni el olvido

pueden acobijarte.

Ya no habrá segundos,

solo eternidad salvaje.

Ya no habrá olvido.

Pero te olvidarán.

Recuerda siempre

hacia dónde vas:

a tu olvido

y eterna muerte

así, sin más.

 

JNR

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