Mi tristeza
Marchan mis lágrimas al
vacío. Un vacío hondo que recorre un bosque de ausencias entre montañas
rocosas, ríos de ruinas salpicadas por tormentas, que escupen truenos estruendosos
en rocas donde el filo de arrugas de piedra muestra un rostro, mi rostro ruin y
rencoroso. Mis dulces tristezas me ocultan rostros rotos despedazados en trozos
rocosos que ya no puedo asimilar en tanta oscuridad. Deambulan rostros de
sonrisas escurridizas en un desierto de arenas movedizas. Ya no canto, solo doy
gritos, gritos roncos en garganta ronca que se arruina en cada trago de licor
espeso y rancio. Divino néctar que ataña mi sistema sin cansancio. Se rompen
las banderas de mi pecho. Un pecho envuelto de sangre ásperamente roja que se
va desinflando en cada lamento religioso en capillas sordas. Y es que ya susurro
en socorros horrorosos que rebotan en cada techo de iglesia abandonada. Mis
llantos se han vuelto nocturnos y mis venidas más pegajosas. En mis pecados más
íntimos renace la palabra frágil que brota de sentimientos ruines. Esta mañana
me casé y nadie acudió al entierro de mi soledad. Qué triste se han vuelto las
bodas funerarias. Ya nadie tiene tiempo para un desfile de venas rotas que se encharcan
en el abandono de mi alma fétida. Debería de existir todo un culto a la
tristeza. Una religión, así como hay figuras de la muerte, me gustaría llevar
el símbolo de la nostalgia colgado en mi cuello. Rezarle y celebrar cuando uno
se sienta triste. Qué tristeza, espero que alguien acuda a la primera fiesta
que realice en tributo a mi tristeza. Llantos, lamentos, y muchos embargamientos
arduos de sonrisas que ya nadie fomenta. Quiero despertar al día siguiente con
resaca de tristeza y curarme en nuevas tristezas. Ya no sigas leyendo, porque
puede que te recuerde o te cause viejas y nuevas tristezas.
JNR