Tierna virginidad arrebatada
Sangrientos son tus dedos
que
me rozan la espalda,
agrietada
y
rasguñada
en
un crujido vespertino.
Se
incrustan tus garras
en
la armonía de mis besos.
Llevas
mis manos a tu cuello
invitándome
a tu asfixia,
pero
mis dedos tiernos
solo
saben acariciarte.
Tu
agresividad sexual
no
empalma con mi timidez.
Intentas
ahogarme una vez más
con
tus enormes y pálidos pechos.
Quieres
que los muerda,
que
los rasguñe,
que
los hunda en mi rostro,
pero
te decepcionas.
Ya
que yo solo sé lamerlos
de
manera tierna,
y
olerlos
de
manera ciega.
En
nuestra intimidad
me
vuelvo infante.
Comparado
con tu salvajadas.
Me
vuelvo presa ingenua
ante
la fiereza hambrienta
en
que te envuelve cada acto
de
tus exagerados glúteos,
que
vibran fuertemente
en
el choque de nuestro sexo sucio.
A
pesar de mi ternura sexual.
Nuestro
coito inculto de armonía.
Logras
venirte encima de la cobija.
Brota
un inmenso charco
de
tu venida en mi cama fría.
Me
comienzo a preocupar,
ya
que nunca había sido testigo
de
la gran cantidad de líquido
que
emerge de tu vagina tatuada
y
con el clítoris bellamente perforado.
Mi
habitación
nunca
había retumbado así:
de
tan voraces gritos al venirte.
Sonríes
brevemente
mientras
abrochas nuevamente
tu
elegante corsé reluciente.
Bajamos
de mi cuarto
entrelazados
de manos.
Volvemos
a la comida familiar.
Todos
yacen muertos en palabras.
Nadie
esboza diálogo alguno.
Te
despides fríamente
para
no volver nunca más.
Te
lloro cada noche en las sabanas
que
me niego a limpiar.
La
sombra de tu venida
ha
quedado como huella
de
tu asalto sexual
a
mi intimidad torcida.
Cuántas
lecciones
me
has dejado
en
tu efímera estancia.
Hoy
ya solo rezo
bajo
tu venida ya seca
en
el funeral de mi virginidad
arrancada
de manera violenta.
La
decepción me ha dejado.
Ahora
yo solo me dedico
a
ser un solitario deseoso
del
arte de no saber amar
pero
erudito en la complacencia
del
coito agresivo con esencia
sin
detalles, ni ternura,
pero
poseído
cual
bestia en la llanura.
JNR