Ser y dejar de ser

 

Vislumbra, imagina, crea en tu mente las formas de lo que estas palabras pueden dirigir al crear escenas y objetos que se muevan dentro de una realidad de ficción en tu cabeza. Comencemos, imagina un bosque, ¿listo, lista? Ahora, imagina que tu visión es el viento que traspasa un bosque a una velocidad acelerada, donde darás pequeñas capturas de imágenes sobre los detalles que el bosque no te muestra a simple vista. Estas dentro de un bosque simulando que eres viento. Lo sé, tal vez sientas aburrimiento, pero estás por aterrizar tu visión panorámica en un punto fijo del bosque, y listo, has llegado a una zona donde no es común el acceso al ojo humano. Estás ahí, todo luce extremadamente místico, abandonado, antiguo, y al parpadear, ahí está frente a ti; grande, voluminoso, en su total esplendor rebosante de magnanimidad: un pino común con una sonrisa. No hay rostro en dicho árbol, no hay nariz, no hay ojos, solo es un maldito pino con una sonrisa humana. Su risa es brillante, dentadura cuadrada, sin ninguna imperfección dental, está ahí plasmada una sonrisa alegre; sonriente, no hay lengua, solo una sonrisa humana postrada en un pino común y corriente. No puedes creerlo, pero lo estás mirando en tu cabeza. Un pino con una sonrisa feliz, grande…, te quedas contemplándolo por milenios, la tierra a tu alrededor cambia, los paisajes lucen lúgubres y luego llenos de vida. Pero ustedes siguen de frente tras todo ese tiempo, él no ha muerto y, tú no has envejecido, son solo dos, tú y un pino que te sonríe a través del tiempo y el espacio. No lo entiendes, te comienzas a sentir un poco en la objetividad de tu realidad frente a estas letras. ¿Por qué estoy leyendo esto? ¿Por qué rayos estoy imaginando a un estúpido pino que sonríe? Divagas en tu mente y en querer abandonar este escrito mirando la hora, o distrayéndote un poco mirando a tu alrededor. Pero vuelves a imaginar al pino sonriente y volteas a verlo de nuevo. Pero, en tu distracción mental, el pino dejó de sonreír. No lo entiendes, quieres volver a imaginarlo con una sonrisa, pero es imposible, ahora es un pino en medio del bosque común, sin sonrisa, por más que intentes vislumbrar una maldita sonrisa, ésta no aparece en el pino. Deambulas por el bosque en la desesperación tratando de encontrar a otro pino con una sonrisa. No lo logras. Te arrepientes de haberte distraído. Enfocas tu mente de nuevo con toda tu atención. Ya no hay pino sonriente que puedas admirar, ahora tú eres ese pino que ríe sin parar, no puedes dejar de sonreír, te cansas pero es imposible. Yaces atrapada o atrapado siendo un pino que sonríe. Pasan un millón de años, ahora hay alguien frente a ti que se sorprende de mirar a un pino sonriente. Se descuida dicha persona y se distrae y deja de mirarte. Mueres, desapareces, ya no eres un pino que sonríe. Tuviste una vida de millones de años y has muerto por el descuido de quien te apreciaba y se maravillaba de tu existencia en el mundo de la imaginación. Y tras finalizar tu vida, despiertas de tu sueño siendo un ave que alguna vez imaginó ver un pino que sonreía y se convirtió en un pino sonriente que murió para despertar siendo un ave que recuerda que lo que eres ahora y dejarás de ser.

 

JNR

Entradas más populares de este blog

Poeta incierto

Mi llorar silencioso

Ángel caído

Incompetente

No me alcanza la vida

Una voz que se ilumina

Sombra de mi sombra

Ira absoluta

Hay libros

Silencio desaparecido