¿Quién elige?

Se despegan las hojas del árbol seco en un íntimo arrullo entre el viento y mi soledad donde acuña los rayos del sol que deslumbra mi más muerto sentimiento, aquel de sentirme vivo. Refrescante pesimismo en una ambivalente cursilería de re pliegos constantes de hallarme en la existencia. ¿Nausea? No, hambre ante la búsqueda del saber, tal vez. ¿Quién decide qué es importante? ¿Quién decide si yo soy importante? ¿Necesito tener para ser? ¿Necesito ser para tener? ¿Necesito hacer para ser? ¿Necesito ser para hacer? Necesito comprar, necesito comer, quiero poseer, dominar, tener el control ante el descontrol. Necesito que me pisen para después yo pisar. Lista de mercado: tener cierta edad fisiológica y ya haber logrado logros que la sociedad tiene como paradigmas de éxito. ¿Venimos a este mundo a complacer a nuestros padres? ¿Necesito ser una maquina de complacencia ante el otro? ¿Soy lo que quiero ser o soy lo que lo demás quieren que sea? Sobrevivir, poseer, morir. Necesito hacer pública mi “felicidad”, véanme: “soy feliz”, “estoy enamorado”, “tengo cierto estilo de vida”, “consumo ciertas marcas”, “como saludablemente”, “tengo el cuerpo que la sociedad considera como bello” (o al menos eso intento), “soy único”… “Soy estúpidamente único”. Mira mi celular, es de una marca reconocida, mira mis zapatos deportivos, son de un rapero que ante tantas ganancias es un maldito adicto. Es más, soy tan “original” que quiero que el mundo se impresione que leo a Nietzsche, practico el poli amor, y fumo mariguana mientras riego mis plantas que en unas semanas morirán ahogadas. ¿Por qué es así la vida? Violencia, feminicidios, acoso, narcotráfico. Es como si todo estuviera infectado, hemos hecho todo corruptible. ¿Soy realmente yo? Soy lo que veo, soy lo que consumo, soy los mensajes subliminales que los medios quieren que sea. Rutina, vacaciones, trabajo. Trabajo, rutina, vacaciones. Comer, defecar, defecar, comer. Nos gusta fingir que somos libres y podemos elegir. ¿Quién elige? ¿Realmente elegimos? ¿Por qué tengo miedo? ¿Son mis miedos? Pareciera que ya solo vivo para estar atento a la hora de que llegue la muerte o la muerte de los demás. ¿Cuánto me va a costar la muerte de los seres que amo? ¿Cuánto les costará mi propia muerte? Somos números, seremos nada en la memoria de los demás que también morirán. No, no…, yo soy “feliz”, dejaré de leer esto, continuaré con la vida que yo “he elegido”.

JNR

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