Sentencia maldita

Existe un diálogo pendiente,

mutuo e íntimo entre tú y yo.

Un intercambio de palabras

donde nuestras lenguas

se humedezcan  

al calor de nuestro lenguaje.

Lenguaje habido y vulgar

al mismo tiempo. 

Tú encima de mis palabras.

Yo introduciendo

versos a tus labios secos.

Llenando cada grieta

con nuestras palabras íntimas.

 

La bebida caliente nos acompaña.

Inspiración  y transpiración

en cada sorbo

de aquel líquido oscuro y café.

 

Después nos alistamos a emerger

de nuestra guarida de caricias

para así poder conquistar

las calles con nuestras manos juntas.

 

Vagamos en un río de miradas

que se contemplan a ratos.

Risas escandalosas

entre abrazos discretos.  

Ya no hay un tú ni un yo.

Solo permea un nosotros.

 

Cae la noche y volvemos

al rito de nuestra intimidad.

Los gatos y libros entienden

que esta noche

no hay tiempo para ellos.

 

Así estaremos

en cada encuentro juntos

hasta que alguien de los dos

cometa aquel primer error,

ingenuo y fugaz

que nadie entiende cuando se vocifera.

Aquellas dos palabras que sentenciarían

nuestro lenguaje prohibido,

nuestro lenguaje escondido.

Ya sea tú o yo quien las diga.

Y causen nuestra partida

de nuestro amor a escondidas.

Sentencia maldita

de exclamar el primer:

Te amo.

 

JNR

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