Teresa
En sentido de una esencia universal que habita en el todo, ¿cómo es que emana de una nada volviéndose multiplicidades con una limitante observable para así obtener una identificación de esencia única? ¿Qué tanto se nos escapa de los sentidos perceptibles? ¿Hasta dónde podría llegar la evolución si el planeta tierra pudiera ser habitable muchos miles de años más en convivencia con el ser humano?
Esas y más
preguntas se cuestionaba la pequeña Teresa mientras coloreaba su elefante de
color rosa en el jardín de niños. Los demás niños y niñas de su alrededor solo
se olían los mocos y se metían crayones a la nariz. Otros, sencillamente se
limitaban a seguir al pie de la letra lo que su maestra les pidiera que
hicieran. Como simples repetidores de lo que un adulto considera como tiempo de
aprendizaje.
Volviendo a la
mente de la pequeña Teresa, ya había dejado atrás las preguntas ontológicas para
otro momento y ahora su creación de arte cobraba vida en su imaginación. Aquel
elefante rosado salía del papel para tomar un tamaño descomunal. Pisando a dos
que tres compañeros de Teresa mientras ella sonreía con la sangre que le salpicaba
a su rostro proveniente de sus pequeños cráneos destrozados en el suelo. Al
terminar de emanar al mundo real, el elefante se sentó de golpe en la maestra
de Teresa, asfixiándola consecutivamente hasta causar su muerte en aquel
trasero pesado de elefante color rosado. Teresa montaba a la criatura
fantástica mientras les hablaba a los pocos niños y niñas sobrevivientes sobre
la súper niña, la niña que vendría a romper los paradigmas del mundo adulto y a
establecer una nueva sociedad donde la mente de los infantes sería orden y ley
ante las absurdas reglas del mundo de los adultos.
Todos aplaudían
y Teresa gritaba eufóricamente mientras emprendía vuelo en su elefante rosa perdiéndose
así entre las nubes de su propia mente.
Al terminar su
dibujo, todo regresaría a la aburrida monotonía de ser una niña en un mundo de
niños tontos y adultos narcisistas. La campana de fin de clases haría su
participación en dicha escena escolar. Su madre pasaría por ella en la salida. Pero
nunca llegó. Se dio cuenta, de que lo único que tenía ahora en este mundo como
compañía, era aquel dibujo de un elefante de color rosa que no era real, pero
que en esencia era la mejor compañía que su mundo podría percibir.
JNR