Manto de árbol húmedo y perdido
La lluvia arrastra
nuestros
nombres
bajo
la tutela del caudal
que
arroja de manera
suave,
fría, un poco violenta
a nuestra intimidad escurrida
en
la naturaleza boscosa.
Aquella
atmósfera
no
comprende nuestro encuentro.
La
unión de dos cuerpos desnudos
removiéndose
entre las raíces
que
se acuñan en un manto:
Manto
de árbol húmedo y perdido.
Incesante
movimiento de cadera
que
hace fabricar
cada
gota de tu rostro quieto.
El
tribunal de arboles
da
su veredicto,
su
sentencia muda.
Condenándonos
en nuestro delirio.
Aquel
exquisito apetito sexual
de
hacerlo en todas partes.
Aunque
no sepamos
si
la naturaleza entienda
nuestras
múltiples escapadas
que
hacemos en su vientre,
más
profundo
donde
nadie nunca nos verá.
La
ropa sobra
y
la tierra nos viste.
Las
ramas y hojas
aceptan
nuestras secreciones
más
viscosas,
más
cálidas,
provenientes
de
nuestros cuerpos chocando
fuerte,
suave, violentamente.
No
es amor,
es
pasión, es deseo.
El
deseo de unirnos
cuando
nadie nos mira.
Más
solo queda,
la
naturaleza de testigo;
en
nuestro rincón escondido.
En
aquel:
Manto
de árbol húmedo y perdido.
JNR