Mi soledad suspira
El ave canta
con
su pico enterrado.
Más
mi pecho en melodías
que no cesan.
Más
aleteos forzados,
envueltos
en
la fresca ventisca
de
aquella noche bella,
salpicada
de
un discreto tono púrpura.
La
niebla aspira
proveniente
del sauce viejo
que
brota para vestirme
en
su aglutinada
vestimenta
caucásica.
El
musgo resuena
en
cada paso marcado,
en
cada paso distante,
en
cada paso errado.
Naturaleza
fría
que
conoce mi fragilidad.
Fragilidad
cínica
entre
compartimientos
que
bombean la sangre expuesta.
Me
vuelvo de humo
entre
el suelo húmedo
donde
el sol se vuelve ausente.
Mi
soledad suspira
en
su última ventisca.
Suenan
las campanas
de
aquella tormenta oscura.
No
hay despedidas,
no
hay últimas palabras.
Más
solo el viento que suspira.
JNR