¿Por qué leer a un pesimista?

 

¿Por qué leer a un pesimista? Porque es leer la historia de un perdedor consumado en derrotas anheladas. ¿Por qué se le atribuyen los números y la memorización a la propia inteligencia humana? El que tiene más cantidad numérica de puntaje es “más inteligente”, “más apto”. Es como si emprendiéramos la tarea de cocinar para alguien más, y este comensal al terminar de degustar la comida que preparamos dijera: «no me gustó mucho tu platillo, te otorgo la inteligente cantidad de seis a tu comida». Si existiese un nuevo y moderno capitalismo dirigido a las artes y humanidades. Muchas personas tendrían la tendencia a dirigir su principal atención a estas áreas del conocimiento tan rezagadas por oficios que solo tienden hacia un beneficio alto de dinero. Pero no quiero desviarme de mi pregunta inicial. Soy un pesimista, soy un cúmulo de derrotas andante. Y es que podría ir un poco más a fondo analizando el por qué creo que he sido derrotado o vivo en la derrota constante. ¿Cómo es que este mundo en el que vivo me enseño qué es ganar y qué es perder? Desde el sistema educativo en cual me desenvolví a lo largo de mi infancia y adolescencia. Me enseñaron a competir y “luchar” no literalmente, por un diez. O un nueve que no era tan malo, y el ocho o siete; aceptables, pero no, de seis para abajo era sinónimo de que no eras apto para el sistema de enseñanza. Siempre creí que otorgarle valor intelectual al dominio de los números y las matemáticas era algo anti natural. Sé que en la modernidad, es indispensable y nacemos con los malditos números en la frente. Pero, qué hay de los antiguos homínidos, a ellos qué les importaba saber de números. Aunque pensándolo bien, tal vez sí tenían un modo numérico de percepción, pero, no creo que fuera para ellos más valioso la cantidad que el comer lo suficiente para sobrevivir cada día. Mi punto es que sí entiendo la vital importancia de los números y todo lo que rodea a estos en cada campo laboral, pero no lo son todo y, no quien domina las matemáticas es sinónimo de una mente superior. Actualmente, quien memoriza o habla en términos cientificistas podría considerarse como una persona “culta”, pero, ¿realmente es así? Memorizar las cosas y ver todo de una manera maquinaria sin entender el por qué o trasfondo del por qué el mundo y su materialismo se nos presenta de tal forma. Se nos dan las computadoras, calculadoras, y solo las usamos. Como beneficio de practicidad. ¿No deberíamos entender el trasfondo o el por qué o cómo funcionan? Y no en un sentido mecanicista de desarmar y entender sus componentes físicos desde adentro. Sino, más bien, ¿qué importancia o valor tiene el que la sociedad sea más práctica, más rápida, más eficiente? Ya no necesitas hacerlo tú, lo hará una máquina. Hoy es una calculadora, en un futuro, será una máquina que me remplace en el trabajo que no tenga las peculiaridades de ser un mortal que tiende a la enfermedad o a la ineficiencia con el paso del tiempo y su deterioro fisiológico y mental. ¿Qué es ganar? Tener más dinero, ser el número uno en lo que te desenvuelvas, enfrentarse al otro y salir victorioso, abarcar más espacio: no lo creo. Ganar pienso que debería ser: ayudar al otro, la satisfacción de comer cuando se tiene hambre, no aspirar a competir sin derribar a nadie. La contemplación de la naturaleza, el deseo de conocer y aprender, cuidar nuestro medio ambiente, eso y muchas cosas más debería ser considerado como ganar. Que las personas que se dedican al arte, a las humanidades, que la imaginación excesiva, y más aspectos, sean considerados como sinónimo de inteligencia y genialidad. De qué sirve ser eficaz y vivir en la repetición de la memorización, si ya has perdido el asombro o la emoción que ello te causaba en un inicio. ¿Por qué nos obligan a solo tener una carrera? A ser especializados. A vivir en una burbuja siendo buenos en una sola cosa. Sé que el “tiempo” es valioso y no es el mismo para todos. ¿Pero qué es el tiempo fuera de lo que se usa habitualmente? Ser pesimista me ha ayudado a no conformarme con lo que se me es dado. A no aspirar a lo superficial o al materialismo, a no querer ser un maldito genio para la creación de una vida más cómoda para los demás. El conocimiento está en todas partes, no solo en los libros, está también en la hoja que se desprende y cae en un charco de agua en la calle. Esta en las palabras de nuestro círculo social más cercano. Está en nuestras mascotas tomando el sol. Ser pesimista me ha alejado de palabras que no entiendo provenientes de diccionarios para hallarme en un lenguaje pretensioso. Ser pesimista me ha dejado no ver a otras personas como objetos sexuales o de satisfacción. Sí, los más ineptos que viven de su apariencia se queden con las mujeres más “bellas”, eso qué. La belleza de una mente dura más que un cuerpo “bonito”. No todo lo que vemos en redes sociales es real, dejemos de pretender que lo es. Seamos unos malditos pesimistas y compartamos cuerpos e ideas reales en redes sociales. Que los salarios de los maestros tengan más importancia que los de un futbolista o la de un actor que se desenvuelve en las mismas películas taquilleras de siempre. Otorguemos más valor a la vida real que al entretenimiento vacío que solo controla al individuo de masas. No lean a alguien que siempre está feliz, sospechen de la felicidad que solo busca explotar a las personas para que nunca estén tristes y sean eficientes en negocios, empresas, etcétera. Lean a los más pesimistas, a los que no tienen voz, a los perdedores.

 

JNR  

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