¡Qué hastío competir!
Las esperanzas mueren
como
ángeles caídos.
¿Dios?
Solo
observa sin inmutarse,
yacen
desvalidos.
Las
dolencias de mi alma
ya
no tienen cura.
Mi
alegría se ha vuelto mito.
Y
la realidad,
empapa
mi amargura.
La
dolencia de mis latidos,
erosiona
en tormentos,
quebrantan
sin sentido
uno
a uno
mis
más anhelados suplicios.
Me
siento en mil pedazos
que
descansan en el asiento
de
mi soledad visible
que
hoy no llora pero revive.
Ruega
por un descanso
que
la prisa de la vida no entiende.
¡Qué
ironía!
Tratar
de subir dos pasos
y
caer cuarenta.
¿Por
qué? Por qué
las
malas personas
pueden
aparentar mejor
su
muy repentina felicidad.
¡Qué
hastió competir!
Pasen
todos, los dejo ganar.
Mi
espíritu se quebranta.
Lo
siento cada vez más roto.
Me
consideraba extrovertido.
Quería
intentar ser como los demás.
No
pude: caí y me rompí
en
mil pedazos.
Siento
que es un nuevo comenzar.
Donde
ahora sea introvertido.
No
más anhelar.
Dejar
que ganen
en
su estúpida lista de logros.
Me
rindo, ustedes jueguen.
Yo
les daré la espalda
alejándome
de la batalla.
Me
siento más vivo
caminando
muerto.
Púdrete
felicidad.
Déjame
solo.
Hoy
tengo nuevos ojos,
más
tristes, más sabios.
Ahora
estoy
solo y si logros.
JNR