Embarcaciones a la deriva
Unieron de manera íntima
sus dos cuerpos prófugos
para certificar su convalecencia
frente a frente
y torso a torso.
Uniendo así, poco a poco
sus múltiples y más perdidos
momentos de amarga ausencia.
Llamada fúnebre y alentadora
que otorga y propicia
el silencio de sus bocas.
Bocas que otorgan suspiros
en la madrugada quieta.
Donde se van afilando
rincón a rincón
la calma de sus alas rotas.
Se esparce la ceniza oscura
quebrantando cada alma seca
entre la sensatez y la locura
que promueven con cada caricia.
Sin temor y sin premura
se van agotando
las horas de su hambre exquisita.
Son dos almas viejas
que en su juventud descarrilada
alguna vez se bebieron
mutuamente y de manera intensa.
Ambas manos
van recorriendo
las grietas que el tiempo a puesto.
Se van agotando los suspiros.
Sus corazones ya no tiemblan,
ya no palpitan.
Se terminaron el uno al otro.
Ya no hubo más caricias.
Solo dos cadáveres secos.
Secos de la marea perdida.
Marea que un día hundió;
dos embarcaciones a la deriva.
JNR