Suenan las campanas

Se resbalan las campanas

en dos cuerpos que se empalman.

Mientras,

tiemblan las vírgenes guardadas

por debajo del camastro que aguarda.  

Se desgarra la piel expuesta

entre el cantar agónico

de feligreses entusiastas.

Las suplicas de llantos mudos

convalecen entre apretados nudos.

Ruedan las campanas

entre el tumulto de llantos

que suplican rezos al alba.

Caen las campanas y retumban

en cuerpos que no se mueven.

Nadie canta

y nadie quiere ver.

Suenan las campanas

en aquel negro atardecer.

Nadie canta

y nadie quiere ver.

Cuerpos en vida

han suplicado por no ser.

Soplan las campanas

en cientos de ataúdes de madera.

Madera vieja, madera apostillada,

madera improvisada.

Se oxidan las campanas

ante el inoportuno deseo

de tantas muertes conquistadas.

Almas secas, corazones de humo.

Convalecen

entre grietas de lágrimas

que no avanzan debido al barullo.

Un barullo melancólico

que se tuerce al repicar las campanas.

Campanas vivas.

Campanas muertas.

Suenan las campanas oxidadas

en un pueblo sin fe pero que suplica

que suenen una y otra vez

las bellas y viejas campanas.

 

JNR

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