Felicidades
Me exijo delirios que ya no me
pertenecen. Bailan, caminan, al parecer no me obedecen. ¿Quién soy yo
realmente? ¿En quién me he convertido? Ya que me desconozco a mí mismo. Me he
convertido en alguien que dejé ser hace mucho tiempo, sin impedírselo, lo dejé
ganar, así, sin más. Pero, ¿cuándo dejé de ser yo? ¿En qué momento llegué a ser
ese yo? O tal vez, nunca he sido yo realmente. Me he vuelto un cúmulo de
descomposturas recientemente. ¿En dónde puedo cambiar mis piezas rotas? Salgo a
la calle y todo me molesta. Las falsas apariencias, las disimuladas cortesías,
los ruidos constantes más la palabra ignorante. La gente tiene prisa, prisa por
aumentar otro cero a su estupidez. Mis intentos de socializar se vuelven absurdos.
¡Qué ganas de volverme introvertido fielmente sin decir palabra alguna frente a
la ajena monotonía repetitiva! Devolver saludos o sonrisas se ha vuelto una
tortura para mí en el teatro que ellos no ven pero en el cual se desenvuelven
neciamente con el personaje que se les ha sido inculcado. Me siento enfermo de
la sociedad, ella misma y sus distintas sociedades, me están enfermando el
cuerpo con delirios. Delirios que yo ya no sentía, delirios que ya no me
pertenecían. ¿Por qué arrojarme a un mundo al cual nunca encajaré? Solo
mediante el auto engaño constante de que “así es la vida”. Tienes que hacer lo
que hacen los demás. Míralos, envídialos, compárate, compite, “sí se puede”,
“no hay de otra”, gana, tienes que ganar, y si no ganas, deprímete, reprodúcete
y enséñale a tu cría o a tus crías a ganar y ser lo que tú no pudiste para que
nunca termine el ciclo. Y cuando la humanidad finalmente “gane” ya no tenga dónde
y con quién celebrar ya que se llevo con toda su repetición de generaciones
imbéciles al planeta y sus principales recursos. ¿De qué sirve hablar de
moralidad? Cuando el ponente o la figura intelectual se baja del escenario y
cachetea al otro para poder cagar primero. ¿Por qué forzar el conocimiento
donde no lo hay?: “Metafísica de los tubos” “La ontología de las moscas”, “Dialéctica
de los unicornios mudos”, “La Fenomenología del etcétera”, etcétera. En fin, lo
sé, mis palabras difunden pesimismo, tal vez sea el inicio de una era donde no
aceptemos que la tecnología que la humanidad “usa”, a la transición de darnos
cuenta que la tecnología nos ha rebasado en conocimiento e inteligencia. La era
del principio de lo absurdo ha comenzado. Me imagino a la inteligencia
artificial riéndose de lo estúpidos que somos realmente. Y en un futuro tenga
su propia aplicación: Domestique a su propio humano, primer objetivo: vístalo y
haga que piense como los demás, proporciónele redes sociales, aumente su nivel
de estupidez vía Tik Tok. Oh no, su
humano ha desarrollado un instinto narcisista y quiere más de lo mismo, pero no
solo de lo mismo, sino más bien, lo mejor de lo mejor, o si no lo logra,
aspirar a tener lo mejor. Su humano ha muerto, intente otra vez, reproduzca
varios humanos, inténtelo en grupo. Oh no, sus humanos tienen una guerra civil.
Felicidades, sus humanos están en guerra.
JNR