Fragancia sabor a esperanza
Quisiera
llorar mis más vagos lamentos en breves y discretas sonrisas, para así reclamar
mis más íntimos anhelos de olvidar quien fui y poder amar a quien quiero ser en
un cúmulo de lágrimas con fragancia sabor a esperanza. Quisiera plantar la fe
en cada momento y encuentro desafortunado que me depare la vida. Quisiera tener
la certeza de aparecer casi como de instantáneo: una sonrisa frágil pero
sincera en cada pedazo roto que la vida me regalará a partir de hoy. Con ello,
no invito al destino a ofenderme en un vaivén desalmado permanente. Ya que mi
estancia en el ahora no será permanente, permeará en un breve diluvio que nadie
entenderá en su causalidad natural. Seré esa oscuridad, nulamente develada por
el grito de mis susurros ahogados. ¿Por qué nadie romantiza a la muerte en sí?
Si es ésta la que nos recibe con un beso demasiado íntimo al nacer y llegar al
mundo. Somos mutuamente breves amantes hasta que llega su beso final. Espero
poder recibirte cuando decidas arribar en un estado de apacibilidad y elegante
humildad al asimilar con madurez tu llegada. Que cuando decidas darme ese último
beso fatalista. Concibas que de mi parte no habrá tristeza ante mi partida
finita. Sino más bien, te percates que, al irnos, mis labios conserven mi más
íntima fragancia sabor a esperanza.
JNR