Soy filósofo, mírenme
¿Soy
lo que sé o soy lo que no sé? Ignorancia bendita que me embriaga el entusiasmo
al descubrir mi cada vez más basto desconocimiento. Leo frente al público
palabras que no siento, solo expreso palabras al viento que son necesarias para
mi aprobación académica. Mientras hablo me visualizo fuera de mi ente parlante.
Me miro sigiloso, a sabiendas que todo lo que digo lo olvidaré alrededor de
algunos meses. Solo importa la aprobación de mis maestros por mi ordenada capacidad
de mover la cola y dar la pata cuando se me ordena. Me otorgan un papel donde
dice que soy un capacitado discapacitado. Lo enmarco y lo cuelgo en mi cuarto
orgulloso de la aprobación de mi seudo inteligencia. Leo y escribo bonito, eso piensan.
¿Pero qué pienso yo? ¿Qué será de mí cuando se acabe el juego escolar? ¿Dónde
estará el teatro donde la actuación de autoridad y novato se comunican entre
sí? No hay tiempo, me hago cada vez más inútil. Alzar la voz todo el tiempo,
creo que eso no es ser intelectual. Reflexiono, ¿Por qué los demás no
participan? No importa, estoy en el escenario mediático, y ellos no, por ende,
soy más “capaz” que ellos. Obtengo el diez que me merezco, por soportar todas
las aburridas clases de mis maestros frente a una pantalla, eso los inspira a
evaluarme de manera óptima, como buen monaguillo, mi premio es pasar con la
cesta para recolectar dinero en la misa. Estoy en un circulo vicioso, todo eso
me pasa por leer y no entender, me vuelvo idiota al tratar de explicar con mis
propias palabras. Que al final, no son mis palabras, son de los demás. Soy filósofo,
mírenme, quiero provocar envidias a otros intelectuales, ellos me miran con
lástima desde sus trabajos de oficina. Bueno, tengo a mi familia que me apoya, soy
todo un licenciado acreditado, ahora, a buscar empleo. Mi familia me sigue
apoyando, me consiguen trabajo con un familiar, la filosofía se ha ido… ¿Por
qué? Si participé en todas las exposiciones, le lamí lo mejor que pude los
zapatos a mis maestros. ¿Qué salió mal? Es el sistema, seguro es eso, no son
aptos para recibir al más revelador e inteligente nuevo filosofo de nuestra era
actual. ¿Qué haré con todos estos datos que tengo en la cabeza ahora? Eso es,
los usaré en mis reuniones y borracheras. Impresionaré a mis tías criticando sus
falacias domingueras. Oh sí, hermoso consuelo. Ser odiado por mi muy ingenuo
intelectualismo.
JNR