Felices fiestas apocalípticas
Otro
año ficticio que perece frente a mi experiencia desvivida. ¿En qué puto momento
dejé experimentar de manera lúcida mi realidad? Estar mucho tiempo frente a una
pantalla ha disminuido mis experiencias fuera de ella. A tal punto, que mi vida
fuera de una pantalla digital es pensar en lo que conlleva la parafernalia de
habitar el espacio digital. El tiempo pasa, y Facebook y Google parecen ser más
adinerados con mi mínima adicción a publicar mis incoherencias narcisistas. Los
años pasan, y la pandemia persiste. Las personas dejan de estar, pero sus
recuerdos perduran. Desde que la gente muere después de que comenzó la crisis pandémica
en todo el mundo, las muertes se sienten un tanto extrañas. Como si no fueran
reales, como si fueran una especie de engaño; como si se tratase de una mala
broma. Como si se esperara que al final de la pandemia, todos los que han
muerto salieran por fin de su escondite. Como si todas las perdidas y lágrimas fueran
actuadas esperando a que nos den la noticia verdadera. “Ah te la creíste”, la
pandemia no es real, el calentamiento no es real, las reuniones y clases en
línea son un maldito engaño. Toma, ten estos dos años que desperdiciamos de tu
vida. Se habla de que “todo esto” (frase pandémica habituada) algún día
terminará, pero creo que todos moriremos y la pandemia seguirá sin humanos. A tal
punto que todo ser viviente perezca e incluso la inteligencia artificial se enferme
así misma con alguna especie de coronavirus virtual. Cómo diría el Buki: “¿A
dónde vamos a parar?” Respuesta: al derrumbe. Dinosaurios, Homínidos, Seres
humanos, fin. ¿Qué especie seguirá? Que nos recuerde y nos tenga en sus museos
con nuestros esqueletos sosteniendo un maldito aparato “inteligente”. O
portando unas gafas de realidad virtual. Donde diga: Aquí yace un Taradus Digitalis,
evadiendo la realidad mientras el mundo se cae a pedazos. ¿Los seres del futuro
sentirán lástima? En fin, les deseo un próspero nuevo año 2022, lleno de…,
lleno de…, no tengo idea. El panorama de un futuro a corto, mediano y largo
plazo, luce devastador y aterrador. Pero bueno, “las risas no faltaron eh”. Felices
fiestas apocalípticas.
JNR