Mi corazón yace quieto
Sombras que persiguen
mis
más anhelados vicios.
Aceleran
su paso hambriento,
al
ser cómplices
ante
mis labios ásperos y ligeros.
Cae
la clara noche aberrante.
Justiciera
frente
a mis parpados caídos,
que
embelesen
mis
más profundas heridas;
que
quisiera
fueran
tratadas,
cual
triste fiera moribunda.
Se
van suicidando mis lágrimas,
frente
a la copa de vino
que
deambula;
rota
con cada trago
en
el que voy aniquilando
mis
desdichadas angustias,
que
son bastas y profundas.
Me
vuelvo naufrago
ante
la isla de la locura.
Ajusto
las velas y pierdo cautela.
De
mis más sinceros llantos a capela.
Mi
soledad ya no me anhela.
Se
ha vuelto fría,
carente
de fresca ternura.
Voy
tropezando
directo
hacia
al valle de la lejanía.
Mis
latidos
se
van disolviendo
frente
a cada botella vacía.
Ya
no queda nada más,
ni
razón, ni cordura.
El
alcohol me ha despojado
de
mis más tristes mentiras.
Mi
corazón yace quieto,
en
la quietud del silencio ahogado:
Callado
y sin armonías.
JNR