El alma se perturba

El alma se perturba

en un constante revolotear.

En la gris penumbra

constata su inmenso palpitar.

 

Son eternos los descensos

donde emerge ardiente,

la llama de los lamentos;

fugaz y resplandeciente.

 

Se hacen uno los recuerdos.

El recuerdo de estar vivo

y prolongadamente cuerdos

en un cuerpo para el olvido.

 

Son míos los desquicios

y muy tuyos los delirios;

enjaulados en eternos ríos

que proclaman encuentros

muy fugaces y desvividos.

 

Pareciera que el viento

ya no afina los suspiros.

Entre pisadas que no siento,

las nubes callan sus rugidos.

 

Mías son las noches

que se alzan y no callan.

Tuyo son los reproches

en ruinas que se abalanzan.

 

Ha caído la luna triste.

Entre tus ojos cálidos; fijos.

¿No sé por qué te fuiste?

Pero son míos los suspiros.

 

JNR

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