Eternamente mudos

Nuestros rostros

van adquiriendo siluetas.

Entre desprecios y caricias.

Entre insultos y lamentos.

Entre mentiras y verdades.

Nuestras miradas sabias

se van equilibrando  

bajo ríos de inseguridades.

 

La cultura miente,

el dinero muerde,

y las apariencias se desvanecen.

 

Ya nadie experimenta

a no querer ser como los demás.

Ya nadie se lamenta

de lucir y aspirar a lo mismo.

 

Nos hemos vuelto

nuevas y malas máscaras.

Nos hemos vuelto

simpatizantes de lo vacío.

 

¿Quiénes somos realmente?

La eterna pregunta filosófica.

Y he ahí la idea central.

Deberíamos volvernos

aunque sea por brevedad

en cada día a día;

un poco más filosóficos.

 

Deberíamos hacer autorretratos

de la manera más seria posible.

En lugar de aspirar despertar

el deseo ajeno de nuestra superficie.

Deberíamos analizarnos

seriamente…

Ver quiénes somos,

en quién nos hemos convertido.

Hacia dónde va

ese rostro que sonríe

o ese rostro sin sonrisa alguna.

 

Y es que aspiramos

a lucir siempre jóvenes

siempre en la belleza plena.

Cuando la agonía de las cenizas

es la que nos espera.

 

¿Cuántas experiencias?

Nos exigen

las tan diferentes sociedades

para ser aceptados hipócritamente.

 

De qué sirvió tanto lenguaje

y comunicación con los otros.

Si en los cementerios

nos volveremos eternamente

mudos con los de alado.  

 

JNR

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