Somos frágiles
Siento en mí
y
de manera lúcida,
cómo
se involucra
la
cosecha del abandono.
Y
no por parte del otro.
Si
no el abandono
de
mi propio yo roto.
Siento
realmente
la soledad,
no
la mía,
la
de los otros.
Siento
cómo
se calla todo;
hasta
mi corazón…
Se
van silenciando
los
relámpagos brillosos.
En
torno
a
la tormenta del caos.
Cae
el telón, mientras
miro
con desilusión
las
butacas con grietas.
Ya
no hay más visitas
que
llaman
a
mi puerta bendita.
El
líquido rojo resucita
brotando
dentro
de
mis venas frías…
El
show termina
con
risas ausentes
y
un tanto anticuadas.
Y es que
no
quiero dar lástimas,
más
solo recordar
que
nadie es ajeno
a
sentirse triste.
Somos
humanos,
somos
animales,
y,
por tanto:
Somos
frágiles.
Frágiles
para amar,
para
la vida.
Frágiles
para
cualquier momento,
en
donde todo pueda terminar.
Quien
evita leer versos tristes.
Le
huye a la vida
y
no se haya vivo.
La
fragilidad no es mala,
si
no más bien es la vida,
recordándonos
estar vivos.
JNR