Dime a quién sigues por Instagram, y te diré quién eres

 

    Persiste cierta intuición en mí, una sensación particular, percibo un síntoma que, o puede ser muy diminuto, o algo vorazmente descomunal en mi psique, mente o alma. Un síntoma de no avance; un estancamiento, procedente de la realidad perceptible de mis sensores que me proyectan ciertas fracturas que encuentro sin buscarlas en todo sistema tanto macro como microscópico, ya sea en una gran nación, o en cierta postura o tono de individuos desconocidos. Es como si ciertos patrones se develaran ante mi persona sin tener la intención per sé de adquirirlos. En una competente analogía: sería como ver tambalear las piezas diminutas de un gran todo que no sabe que se tambalea. Un eterno desbalance que no se ajusta o se queda quieto, sino que sufre de múltiples desajustes que, es lo que hace que siga en movimiento. Es un caos inconsciente que hace que todo vaya hacia un aparente “progreso”. Antes me propiciaba un extraño mal sabor, ahora es solo es la intriga de que se esta transformando en cierta cotidianidad. ¿Es idóneo ver detrás de las máscaras o detrás del telón? ¿Es sensato la revelación en plena obra de teatro del actor que no se sabía el ser actor? ¿Qué sucedería con los demás actores en escena si su compañero comienza a no seguir su guion y comenzará a decirle a la audiencia que nada de esto es real? No insinúo un análisis a la orden de Matrix, sino, más bien un darse cuenta de los patrones de repetición que, aunque parecieran distintos a simple vista, no lo son. Siempre hay detrás algo. Detrás de cada cosa gratuita, existe un para sí. Formas de objetos, tienen un porqué. Amabilidad, tiene un por qué. Ideologías, un para sí. Es la culminación de todo proyecto ver los resultados en todo lo que nos rodea. Actualmente, todo nos enferma, y si no nos medicamos enfermamos peormente. Se están sumando cada vez más y más reglas de carácter social que, si alguien quiere viajar a otro país distinto al de procedencia, tendrá primero que leer un extenso manual de reglas para lo que no se está permitido en dicho nuevo país de visita. Y el turista ignorante, solo irá de vacaciones a otro lugar solo para ser arrestado por no acatar las reglas nuevas de cada lugar. Cómo debemos comportarnos ahora, qué ofende y qué no ofende. ¿Realmente ofendemos a otras personas o ya viven ofendidas esperando enfatizar su eterno ofenderse? Nos hemos dividido tanto como especie humana y con los otros animales. Ahora ya todo es etiquetas, colores, bandos, política, dinero, estilo de vida, bello, feo, gris o blanco y blanco-gris, izquierda o derecha o medio o ninguna. ¿Por qué nos interesa tanto clasificar fuera de los términos médicos o científicos? Tú eres así, entonces vas para allá, tú piensas así, entonces te vas con ese grupo de allá. Somos como una biblioteca, o más bien como una librería. Ya todo es por géneros y, a la venta en cuanto a consumo vil. Así es, el modo de pensar ahora es consumible por el sistema capitalista. Incluso la lectura ya es un maldito acto consumista. Dime a quién sigues por Instagram, y te diré quién eres.

 

JNR   

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