Extraños
Que mi voz baje y suba
sobre
aquellos tristes montes,
donde
la muerte perdura
entre
batallas vívidas y temidas.
Desmayo
y entono
canciones
sin coros;
carentes
de tono
sobre
huesos rotos.
Mi
anhelo va y viene;
pero
por las venas
circula,
en la espesa nieve,
un
amor bello y sin brechas.
Siento
que la vida
se
me escapa de las manos.
Día
con día
adolecen
los reclamos.
Se
desquebrajan cartas
en
hondos peldaños.
Más
las frías nieblas
atormentando
a los años.
El
viento se seca
entre
reclamos vagos.
El
amor ya no perdura
sobre
nuestros pies descalzos.
Brillan
los engaños
de
aquellos lejanos años,
de
eterno amor cristiano
que
ambos nos juramos.
Se
tambalea la esperanza
sobre
la dispareja balanza.
El
agua por fin se estanca
en
la rota y olvidada hojarasca.
JNR