La leyenda de Villavicencio
Se quitó la olla de barro del fogón, el café estaba en su punto, el rostro de la abuela se reflejaba en aquel líquido espeso de color marrón. La leyenda de Villavicencio daría comienzo junto con el pulular del humo esparcido hacia el foco del techo simulando el espíritu suscitar en nuestros sentidos. Barcelona, 1939, España. El pequeño Carlitos se encontraba jugando con sus soldaditos de hojalata, simulando pequeños sonidos de disparos provenientes de su boca llena de saliva. Las maletas lo esperaban, su padre había muerto, su madre y él, encontrarían refugio en México tras las complicaciones del régimen franquista. La madre de Carlitos lo tomaría salvajemente de la mano, dejando los pequeños soldaditos de latón olvidados en el césped. Un gran barco proveniente de España llegaría a las costas de Veracruz. La mirada de aquel niño sería de asombro, aunque se sentía un sabor de que las cosas no volverían hacer nunca como lo eran antes. Su infancia se quedaría abandonada en aquel jardín de