Falsas reuniones
Ahí
estás, Manrique; sentado en medio de todos, siendo el foco de atención, no por cierta
idolatría o un genuino carisma, sino, por mera conveniencia donde todos te
tienen que dar una buena cara, o falsas sonrisas por tu dinero y lo que
conlleva tu extraña “familiaridad”. Atendiéndote como invitado de lujo. Ahí
estás, Manrique, con tus repetitivos comentarios de cada reunión. Eres como un
muñeco con sus frases predispuestas; vacías, llenas de poca originalidad, cayendo
en lo común de tu estirpe de creer que conoces a los otros, y que eres mejor
que todos. Creyendo que tu estilo es “único, original y de buen gusto”. La cena
ha cambiado este año, ya que cambiaste de gustos alimenticios, y nuestros anfitriones,
aman complacerte, aunque a tus espaldas no les importes ni un carajo. Hay, Manrique,
ahí estás, con tu ego de mierda, el cual todos tienen que soportar de manera
tan falsa, y que a tu narcisismo le impide apreciar; la falsedad de reacciones
provenientes de tus receptores. Se dice lo que tú dices. Se hace lo que tú dices
que se hace. No es tu casa, pero te paseas como si lo fuera. Como si tu visita
fuera un favor a un lugar que para ti se te hace un tanto “humilde” de visitar.
¿Cómo es posible que nadie lo vea? Tirándole los perros a otras mujeres en frente
de tu pareja, que tiene cara de costumbre ante tu falta de ética y tu afán de
conquistar a toda mujer que te resulta atractiva. ¿Por qué, Manrique? Por qué te
gusta hacer sentir a los demás que no existen, simplemente porque no te lamen
los huevos por todos tus comentarios imbéciles. Solo por no darte una falsa
sonrisa o un falso trato, no sientes empatía. Ahí estás, Manrique, con tu oficio
de economista, el cual siempre te encargas de recordarlo en cada conversación
que te resulta aburrida, y que crees que vuelves más interesante cuando se
habla solamente de ti. Pinche Manrique, tu “humildad” me da asco, tus
comentarios cliché, tu manera de organizar los momentos de “diversión”. ¡Qué
importante para ti es, el que vean que eres el que mejor disfruta de cada
momento! ¿Por qué te odio tanto Manrique? Sin embargo, ahí tengo que estar,
compartiendo tu estupidez humana, tus chistes carentes de gracia. Tus
inmaculadas observaciones de esperpento. Analizarte en silencio es mi única
satisfacción. Pero, ¿qué me puede enseñar una persona tan nefasta como tú? Quisiera
que nunca hubieras llegado a esta familia. Pero, ¿qué tengo que hacer? No puedo
volverme un asesino, simplemente porque alguien ajeno a mí, decidió un buen día
ser un completo idiota, manipulador y un completo tarado, al cual su madre, un
día le dijo que era muy valioso para todos los que podrían apreciar su simpatía
y, su “belleza” económicamente trabajada. Tu burda presencia me cansa, me
absorbe, tu risa grande con dientes de mazorca. Tu complexión de molde, de
clásico arquetipo estereotipado de “seducción” para el ojo femenino de nuestra
actual sociedad. Tu música tan vulgar, tus constantes salidas de la sala por
atender llamadas “importantes”. Piensas que, sin ti, el mundo sería un caos, y
que donde trabajas nadie te merece, por creer que eres una pieza “vital” en la
empresa. Tu estúpido optimismo, creyendo que tu “éxito y tus logros” son porque
un día decidiste echarle ganas, sin pensar en tu posición social y tu herencia
y facilidad que otros nunca tendrán. “Si yo puedo, todos pueden lograrlo”, llevas esa frase tan
estúpida a todos lados, reflejándole a los demás que vives en el presente con
la mayor “alegría y disponibilidad”, más tu estúpida carencia de consciencia de clase. No aguanto más, tomo el cuchillo que yace
en la mesa frente a mí. La sangre corre, por fin se acabó. Pero, nadie me
atiende, nadie se percata de mi muerte, ya que Manrique decidió que era momento
de ir a otro lugar donde pudiera sentirse más cómodo y más divertido.