¿Qué será de mis llantos?

¿Qué será de mis llantos?

Si ya no tengo a quién llorar.

No le lloro al mundo desposeído

si no a mí mismo en la añoranza.

Son lánguidas mis lágrimas.

Son mías, son contadas.

Son secas, son parcas.

¿Estará algo mal en mí?

¡No, no, no lo creo!

Llorar no siempre desbarata.

Llorar consuela, llorar permite

hurtarse a uno mismo.

Llorar puede ser un tropel

de sentimientos misceláneos.

Por eso lloro al cielo.

Lloro a quien ya no soy.

Y lloro a quien dejaré de ser.

Pero que no se confundan

mis grafías con cifras tristes.

Si no con signos francos.

Llorar no es por descaecimiento.

Hoy llorar es una alegoría

a la brutal sencillez de sentirse vivo.

¿Qué será de mis llantos?

Si son lamentos de placidez.

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