La noche es testigo

Siniestro que acobija tu rostro.

Entre lápidas aguarda tu mirada.

Espectro de disturbios insanos.

La noche es tu vaivén,

la luna es tu resguardo.

Me acechas con murmullos

que secuestran mi calma.

Aquí no hay deidades

solo hay muerte y soledades.

Los cráneos suspiran bajos los escombros.

Pena tras pena

aluden con cada paso.

Tus dedos de carroña

suscitan un diluvio de sepulcros.

Telarañas diáfanas

embargan nuestras caricias.

Semen entre epitafios

consumen nuestro descaro.

Mi falo por fin descansa

sobre tu cadera cadavérica.

Orgia descarada,

los demás cuerpos declaman.

Me entrego a ustedes,

bellos rezagos de almas.

Besos sabor a tierra,

caricias insanas,

penetraciones improvisadas.

Esta noche no hay cruces.

Entre oscuridad y gemidos,

por fin, la noche es testigo.

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