La larga luz de contemplarse

La larga luz de contemplarse.

Hallarse marea frente a la piedra.

Revelación divina, constelación

constante de un pulso que navega,

sobre un telar de estrellas, cruzan

un billón de constelaciones bellas.

 

Somos ruines en la templanza.

Ser lo que no somos para no ser.

Deambulación fatídica de egos.

Catapultas que derriban el Télos.

 

Degradación profana de los sentidos.

El derrumbe es nuestro destino.

Masa pensante que se contempla.

Somos un Aquiles en mil talones.

 

Embriagados de conocimientos

que se borrarán tras la muerte.

Muerte que nos mira fijo, muerte,

que nos contempla desmesuradamente.

 

Somos los huesos roídos que caminan.  

Somos testigos de lo divino, que

desafortunadamente no nos salva.

Heridas que sanan frente al fuego.

Fuego que nos hará cenizas.

Cenizas que algún día serán

parte del todo y de la nada vacía.

Vacío que volverá a dar vida.

Nueva vida de comienzos.

Vuelve a comenzar:

La larga luz de contemplarse. 

Entradas más populares de este blog

Poeta incierto

Mi llorar silencioso

Ángel caído

Silencio desaparecido

Incompetente

No me alcanza la vida

Una voz que se ilumina

Ira absoluta

Hay libros

Soy autista