Los descarados
Desdichados egos de nuestros vaivenes.
Caras alzadas, más los rostros de apatía.
Síntomas
inconclusos de frívolas rebeldías.
Desapegos fortuitos de nuestros desdenes.
Somos la escarcha vuelta varias máscaras.
En nuestros ruegos hidratamos las anomalías.
Fresca
es la distancia de nuestros fríos torsos.
Rostros
marcados llenos de opulencias vanas.
Nos
acariciamos entre tiernos trastornos.
Nos distanciamos
entre las sanas heridas.
Nos
olvidamos con el cuchillo en el corazón.
Nos
fastidiamos en plenas locuras románticas.
Somos
un coctel revuelto de narcisismos.
Las múltiples rabias atendidas de entusiasmos.
Falsas fueron las risas entonadas de avaricias.
Falsos
fueron los crueles tratos de malos ratos.
Eternos
fueron los distantes e insanos abrazos.
Somos
los descarados, aquellos...
que se
prometían eternidades desvividas.
Salvajes
eran las complacientes soledades.
Desvividas
fueron nuestras fieles traiciones.
Nos
convertimos en caras sin rostros
y
desde luego, en rostros sin caras.
Los vestidos
y trajes ya no alcanzan
a
difuminar la importante opinión pública.
Llámenos
los pusilánimes…
Los
desvariados…, los idiotas necios.
Callen
o hablen para siempre; pero
frente a los recuerdos amorosos
llámenos, los viciosos eternos...
Los descarados.