Eternos ausentes

Claros son tus ojos verdes.

Pétalos son tus labios tenues.

Rubia es tu cabellera solemne.

Radiante y pulcra

es tu sonrisa sonriente.

En tus caderas yacen

mis múltiples vaivenes.

Tus piernas simulan ser

grandes y largos tallos violáceos.

En tus mejillas busco

los más vírgenes y rojizos atardeceres.

 En tus manos encuentro

mi más mundana y retrograda desnudez.

Son telares nuestros pulsos.

Son vibrantes tus murmullos.

Tierna es tu razón de ser,

de mirarme, de contemplarme.

En un fugaz desvarío nos convertimos.

¡Qué audaces!

¡Qué tiernos!

¡Qué ingenuos!

¡Qué complacientes!

¡Qué dicha es tener tu mente!

Entre arañazos nos amamos.

Entre besos nos reclamamos.

Somos melancolía presente.

Somos

los eternos ausentes.

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