Miguel y Bárbara


Miguel toma su gasa. El dos ya no es dos y el siete ya no es siete. Bárbara ahora es Barbie, y Miguel, alias la “Rata”, ahora se autoproclama: “Mickey el Mouse”. De ser el ladrón más prolífico de la colonia ahora es campeón de mnemotecnia. No sólo es un maldito genio, también, multimillonario; es un experto en apuestas y en juegos de casino. La mitad de su dinero lo invierte en su esposa para que luzca, literalmente, como una muñeca. Ya no pertenece al mundo de los mortales; su mirada ahora es de orgullo y mira hacia abajo a todo a quien osa dirigirle la palabra. Miguel remoja su gasa. Ahora puede llevar sus sueños más fantasiosos a la realidad, su caminar es acompañado de grandes vestidos de marcas y trajes de diseñador de alta gama. La gente a su alrededor los mira con asombro. La ley los ignora de manera casi burda. El caminar de ambos es discreto, portentoso, elegante, tambaleante. La dama toma una revista de un puesto de periódicos, y se percata de que él y ella, lucen hermosos en la portada de la revista Time. Imagina grandes ecuaciones metafísicas y monumentales versos en latín “dignas del premio Nobel”. Él comparte lo que trae en la mano de manera constante con su amada. Ambos tropiezan y caen al suelo de manera contundente. El olor a tolueno impera en el aire. La imaginación reina en sus mentes. Miguel deja caer su gasa ya casi seca.

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