Y la vida nos alcanza
Y la luna calla, y la música toca sus
colores, y la luz nos invita a contemplarla, y el bosque deja caer su
misticismo, y el azul es distinto, y el amarillo se intensifica, y los
personajes danzan, y la pintura se acumula, y los rostros parecen complacidos,
y las estrellas se exaltan, y la tierra no parece de este mundo, y el cielo
oscuro se vuelve claro, y los amantes se abrazan, y la música vuelve a resonar
con colores más brillantes, más intensos, más palpables… Y el fuego nos acobija
con su calidez, y los arboles parecen cuidarnos desde las alturas, y las
montañas se esconden de la vista para cuidarnos desde el subsuelo, y las
historias nos hacen emocionarnos, y las tragedias parecen lejanas, y los
animales nos miran con asombro a la distancia, y la luna se consagra en lo
alto, y los cuerpos resultan más tibios, más húmedos, y la comida nos consume
con sus aromas apetecibles, y el agua enjuaga nuestro paladar de manera
distinta, y las aves se guardan para la mañana, y comienzan las declamaciones,
y prevalecen las confesiones, y la noche se hace más larga, y las ausencias se
vuelven mejores compañías, y el alcohol agudiza nuestras intenciones más
honestas, y los versos se leen con más intensidad, y los poemas se digieren
como si fueran los primeros poemas de la humanidad, y nadie piensa en la
ausencia del sol, y la naturaleza nos resguarda, y la oscuridad ya no inquieta,
y el aroma de la fogata consumiéndose nos trae paz, nos trae conocimientos, nos
da la vida que no queremos que se apague, y los asombros se convierten en
sueños, y el bosque continúa con su proceso nocturno, y las palabras se
sustentan hasta el amanecer, y nuestra piel sabe distinto, y el sol nos
intercepta, y nos ofrece otra realidad en vez de la vida nocturna, y las
cenizas del fuego yacen blancas, y la vida no para…, y la vida continua…, y la
vida nos alcanza.