Plegaria

Tendido ante el manto de mi espalda,
sobre mis hombros hablará mi Patria.
Las costillas crujen como tambores,
entre ardores y balas clavadas
se van agotando los venerados nombres.

Soy fiel testigo de cómo posa el nopal
sobre águilas descubiertas y desplumadas.
Los rostros se fueron tornando calles,
las estatuas yacen desplomadas.

Ahora somos amantes de banderas,
alzando alto las enredaderas con espinas.
Los postes se encojen ante la luz pálida,
los gatos maúllan con nuestras caricias tibias.

La ley no comprende nuestra revolución,
sólo nos persigue por pegar panfletos,
por esparcir sueños, ideas, folletos.
¡Qué viva nuestra mutua devoción!

Nuestros sexos se humedecen
ante la adrenalina vuelta himno,
tus pechos sobre los libros;
libros comunistas, libros rojos,
libros prohibidos, se enaltecen…

La ropa sobra ante el idealismo.
El materialismo histórico no comprende
a nuestros pulsos y caricias metafísicas.
¡Patria, entiende, nadie calla, somos plegaria!

J. N. R.

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