Manto rasgado
Flagrante viento acariciado,
bajo
la espina del árbol muere
la
constante perversión callada,
desplazando
al fruto caído.
Es
tenue la melodía
de
aves sincronizando el silencio.
La
luz se enternece de sombras,
sombras
que danzan ligeros desvaríos.
La
monotonía es distinta
junto
con la palpitación del olvido.
El
fuego hierve la sangre
enlazada
con la áspera piedra cálida.
El
lago guarda nuestros apuros
de anónimos
testigos silenciados.
La
maleza yace quieta ante el abismo
donde
el bálsamo cruje de alivio.
La
brisa del humo me sabe a partida,
la
leña cruje rebosante y libertina.
Mis
pies se hunden en la tierra,
llena
de abrazadora maleza oscura.
Los
insectos no comprenden,
solo
cantan frente al fuego servido,
dado
de suspiros airados en llantos.
La
luna calla frente al manto rasgado.
J. N. R.