No me alcanza la vida

Una línea, una transparencia, un acuerdo escrito y lleno de palabras. Una armonía viva llena de sentimientos encontrados y fugaces; dentro del gran orbe procedente de lo infinito. ¿Qué será de la vida cuando llegue la nada? Existir se vuelve fundamental ante lo irresoluto. Sentir la tierra bajo nuestros pies. La muerte puede desaparecernos con un simple y veloz zarpazo, o puede quitarnos la vida, debilitada y prolongadamente. ¿Quiénes somos frente al rostro de la muerte? ¿Cómo rogarle por unos minutitos más de vida? ¿Cómo pensar frente a su mirada fija y brillante? Somos nombres repetidos, somos una escala de suspiros que no volverán. Somos la calma de un corazón que palpita sueños de ancestros olvidados. La luz se encaja en nuestros sentidos más próximos en el caminar finito. La luz prospera, la oscuridad nos espera. ¿Vivir la vida de otros, o vivir la vida siendo auténticamente un bosque lleno de imperfecciones míticas y místicas? ¿Qué será de la cacofonía cuando llegue el silencio eterno? Somos un pilar de historias inconexas que al final cobrarán sentido en el sinsentido. Ruego a la nada porque ampare a mis suspiros más sinceros. El Ser y la Nada nadando juntos en la nada. La insolvencia ahí, el Ser ahí, la incongruencia ahí. Las vías del tren yacen oxidadas. No hay suspiros, no hay razonamientos, solo la maquinaria ante nuestros destinos. No habrá patrias con banderas, ni culturas, ni supermercados. Seremos la herencia de otra generación que jamás sabrá quiénes fuimos. Y es que la vida ya estaba antes de que existiéramos y vagáramos por ésta misma. Y el planeta seguirá girando sin nuestros pies descalzos. Siento la vida como un zapato pequeño, y es que no me queda, no me calza. No me alcanza la vida… Me siento un adicto de la experiencia de sentir que habito el mundo. NO QUIERO QUE TERMINE. No me pueden arrebatar lo que tanto trabajo me costó asimilar y querer. Y lo más terrible es que vinimos a un mundo donde existen libros, millones y millones de páginas que la vida no alcanza para leerlo todo. ¡Qué paradoja! Cuando más se quiere algo, todo se vuelvo tan corto. Pero…, ¿y qué tal si un día quitáramos el tiempo? Así, como suena, borrarlo… Sin edades, sin fechas, sin años, sin meses, sin semanas y sin días. Sin el ayer y sin el mañana. Que leamos los libros sin importar cuándo se escriben, escribieron o se escribirán. ¡Vaya sueño, vaya revoltijo de ideas sin sustento lógico y preciso! ¡Vaya imaginación de ideas vueltas palabras! ¡Ojalá algún día las palabras nos salven del tiempo!... ¡Ojalá algún día la vida alcance! 

J. N. R.

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