Concisos
Cruje el desgarre íntimo
sobre la
férvida cera
derretida
sobre el blanco
fulgor de
tu pecho suave.
Me
despojas los suspiros,
los más
cortos y aplazados.
Bajo el
silencio de tu boca
resuena el
oleaje amplio.
Se remueven
las texturas,
palpamos las
nubes pálidas
sobre el
deslizamiento fresco
de
nuestro palpitar constante.
Se va
extendiendo la cálida miel
entre las
sombras pertinentes.
El ritual
de nuestras embestidas
no conoce
calma, no conoce paz.
Subastamos
nuestra serenidad
al filo
de la sábana destendida.
Somos una
sincronía de euforia
en el
vasto espacio de jadeos.
Se va
insertando la eternidad
en unas
cuantas gotas de sudor
que
corren sobre la piel rojiza
y chocan
fuerte entre los muslos.
¡Qué
nostalgia! ¡Qué escurridizo!
Nunca nos
volvimos a manifestar,
después
de haber tocado la eternidad.
Fuimos
breves, fuimos concisos.
J. N. R.