Mi amor injusto

Y nos fuimos convirtiendo en simples y extrañas sombras grises cuando antes solíamos palparnos la piel con las más nítidas caricias. El hilo finalmente estaba roto bajo nuestros pies ansiosos. Nuestras fotografías juntos se tornaron en trozos rotos en el cesto de la basura, cuando guardaban las marcas de nuestros labios y suspiros en su momento. El amor se transformó en odio, y el odio en depresión. Y la depresión se volvió una perpetua soledad aún en condiciones de formidables amistades. Y esas amistades se fueron alejando tras no sintonizar en su frecuencia de alegría extrovertida. ¿Qué es el amor? Sino un salto al vacío sin paracaídas. Te rompes, te desarmas, se te desajusta la vida. Y es que el luto ya me duró más de diez años. Mientras tú, no sé en cuál número de pareja te encuentres. Ahora creo en aquellas heridas que nunca se cierran. En aquel eterno sentimiento que te arrastra a todas partes, incluso a donde nunca estuviste con aquel amor del pasado. Y se siente horrible creer que ya te olvidé, cuando beso nuevos labios y no sucede nada al besarlos, sino el recuerdo de aquellos labios tuyos tan tiernos que revolvían mi cabeza de felicidad y excitación. Se siente horrible decepcionar a quien te quiere amar, pero uno no puede corresponderle por esta maldita herida insana. Y después viene el recuerdo de que no es tu culpa el origen de mi tristeza, me invaden a modo de bombardeo imágenes, las distintas parejas de mi pasado. Las busco por internet, y me doy cuenta de que ya tienen hijos y tienen muchos años felizmente casados con sus parejas. A veces siento que vivo en una línea del tiempo alterada en donde todos mis conocidos tienen finales felices menos yo. Ahora ya no eres el origen de mis penas, sino mi yo a través del tiempo en distintas facetas de amor de pareja. Mi primer beso decepcionante y lleno de burlas ajenas. Mi primera novia y que a su vez andaba con varios compañeros del salón de clases por su cruel apuesta con otras amigas suyas. Mi primera vez teniendo coito, decepcionante para ella y triste para mí. Mi primer coito bueno, y el éxtasis de varios meses de sentir que no soy tan malo en dicha actividad. Las múltiples relaciones nada serias de las cuales algo me marcaron y en el fondo hubiera querido que acabaran en algo serio. La primera vez que le rompí el corazón a alguien por no sentir empatía por su físico. Las mil veces que me cortaron por esa misma razón. Nadie es la persona indicada en ojos superficiales. Y cuando finalmente pasó toda esa tormenta, cuando finalmente quería asentar cabeza, me dijeron que yo era muy aburrido. Esa otra persona sólo quería disfrutar de su juventud. Y después vino el vacío. Como si tuviera un repelente con todas las personas que estimo, amigos, familiares, ya eran muertos o alejados a grandes distancias. Como si un paisaje donde antes estuvieran lleno de arboles frondosos ahora fuera puro polvo gris. Y entonces las cadenas de la depresión aparecieron. Empecé a platicar con la muerte, pero ella nunca me hacía caso. Hasta que una noche decidió entablar palabra conmigo diciéndome: “No te llevaré hasta que sanes, y, justo cuando hayas sanado. Te llevaré conmigo. Dejando a aquella persona nueva que amarás deseosa de querer conocerme y llevarte contigo”. Así fue mi amor, así es mi amor, y así será mi amor: injusto.

J. N. R.

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