Espuma roja

Bajo la espuma roja de la noche
suplico al ávido telar nocturno,
el mismo peso de la paciencia;
con la cual, Dios escribió
y sigue escribiendo al universo.
 
Magnificencia,
locura y razón compartidas.
Un vaivén de cielo caprichoso
que captura a aves coloridas;
dejándolas inertes sobre mi rostro.
 
Un síntoma me atormenta
frente a cada gota de lágrimas,
acumuladas de tiernas pasiones
sobre vasijas de oro apelmazadas;
tan llenas de abolladuras y sin razones.
 
Mi espada se ha vuelto triste,
ya no tiene filo; yace tuerta,
bajo la lluvia en la tormenta.
Dios promueve, Dios me invita.
Dios de vida, Dios de muerte.
 
Mi armadura yace fría, congelada.
La tierra me abraza en su hermosura.
He caído junto con mi Imperio,
han caído cientos de guerreros.
La batalla termina con lamentos.
 
La espuma se mezcla con la sangre.
Dejo mi cuerpo, me vuelvo muerte.
Se va mi síntoma junto con la suerte.
Dios me recibe, Dios se enorgullece.
La espuma roja se desvanece…
J. N. R.

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