Querido lector

Diferentes formas de ver el acto de escribir se han planteado con anterioridad como: escribir es sinónimo de ser un director de películas; se piensa en las tomas, escenas, diálogos, colores, personajes, ángulos; donde la cámara acompaña la trama y a sus personajes. O, escribir es como ser un Chef; junta una serie de ingredientes para crear una historia que cautive a sus comensales. De igual modo, se ha comparado al oficio de escribir junto al de la pintura, música, arquitectura, matemática, el agradable oficio de escultor, artesano, etcétera. Pero veámoslo con un ejemplo:

La toma es de un amanecer que cae sobre las montañas pintadas de verde brillante por los rayos del sol que resaltan las aves y demás insectos que adornan la atmósfera narrada por la voz de nuestro personaje principal:

—Esa mañana decidieron dejar mi cuerpo amarrado y sin vida en un colosal árbol de raíces gruesas sobre la superficie.

La luz del sol se incrusta en la sangre que se esparce sobre el fango y la tierra. Las nubes se abren, creando un panorama de las montañas a lo alto. La imagen de las aves es acompañada con el sonido de un violín que entra de fondo para interrogar al silencio y a su flujo de imágenes.

Se cambia de toma, en realidad son diferentes tomas que pasan en los ojos del querido lector como agua: un cocinero echando sal a la olla, podemos ver al chef en una toma desde dentro de la olla hacia arriba enfocando los granos de sal. Un pintor mezclando el tono azul marino con el blanco en su palestra. Un arquitecto frustrado en su despacho dejando un aro de huella en los planos de su taza de café fría. Un escultor japones que esparce los últimos trozos de arcilla a su inmensa obra dedicada a una escultura de Beethoven. Un artesano con sus manos llenas de barro seco tomando un pincel para empezar los adornos de su vasija nueva. Un escritor interesado escribiendo en un cuento diferentes escenas donde confluyen todos juntos: el chef, el pintor, el arquitecto, el escultor y el artesano. La escena del cuerpo amarrado al árbol regresa con el gesto del protagonista desfigurado por los golpes proporcionados por todos esos personajes en la noche anterior. El lector no puede ligar los actos leídos de manera coherente para entender la relación que deben tener todos ellos y que terminará por desenlace. La persona que esta leyendo este escrito empieza a dudar si es un ensayo, un cuento, una tomada de pelo. ¿Qué es realmente? ¿El autor se cree un Dios? Ningún mal se acerca a nuestro personaje, no se describen los actos que generaron la posición de cada uno de los personajes que se describe. El lector quisiera leer las escenas que motivaron a todos a golpear al primer personaje presentado, o, mínimo, la escena donde todos lo golpean. El lector se comienza a desesperar, no piensa seguir leyendo este cúmulo de incoherencias. La historia ha terminado, el lector se ha ido…

J. N. R.

Entradas populares