Un buen día dejaremos de existir
Un día dejaremos de existir, dentro del orden de nuestras ideas más vanas y exhaustas. Nos esfumaremos como el humo blanco del cigarro desvaneciéndose sobre la luz del techo armonizado por las últimas canciones que presenciarán nuestra partida. Seremos invisibles a los recuerdos de los que nos conmemorarán en vida. Pero sí seremos esa ventisca que refresca el rostro de nuestros seres amados. Seremos esa nube que baila de manera lenta y se transforma en mil formas en su recorrido por esos cielos azules inmensos. Seremos esa ola que se asoma a la lejanía bajo aquellas noches en el mar de luna llena. Un día dejaremos de ser ese algo que se mueve, que camina, que baila, que goza un trago de cerveza fría. Dejaremos de ser ese ser satisfecho después de comer sus platillos más gustosos. Dejaremos de hacer corajes, dejaremos de ser llanto, melancolía. Dejaremos de suspirar cuando algo se siente repetitivo. Ya no habrá pies que llenen nuestros zapatos. Nuestras manos ya no podrán tocar, lavar o doblar aquellas prendas que tanto cuidábamos y queríamos. Seremos lo que no se palpa, seremos latidos que nadie escuche. Seremos polvo que alguna vez fueron cuerpos que reían. Dejaremos de ser rarezas para convertirnos en olvido. Ojalá que después de morir, pudiéramos convertirnos en un eterno adiós emitido fuertemente en los oídos de las personas que se atrevan a recordarnos. Un buen día dejaremos de estar presentes, y, digo un buen día, porque ese es el misterio de la humanidad en el planeta tierra; sabemos que somos finitos, pero no sabemos cuándo, cómo, dónde, y sobre cuáles circunstancias iremos a morir. Algunas manos desconocidas manosearán las páginas de nuestros libros que pasamos con tanta alegría, ira, y tristeza en vida. Algún día todo lo que tenemos ahora dejará de existir, es así, estamos sujetos a ese destino junto con los animales, naturaleza y demás objetos materiales. Es extraño cómo funciona todo. Es como si la vida, o el paso de los seres vivos en el planeta fuera demasiado breve como el lapso de vida de una burbuja de jabón. Un buen día, todo desaparecerá…, un buen día, dejaremos de existir.

