Sí, hay libros después de la muerte
Y
en la eterna desesperanza de saber que después de la muerte nuestra vida eterna
es incierta, continúo amando las simplicidades de lo que no puedo controlar en
un mundo lleno de caos y de barbarie. A veces quisiera llorar de manera tendida
por la gatita que se ha ido para no regresar jamás. Quisiera tener la certeza
de que la volveré a ver después de que todo acabe en mi ciclo de vida. Tengo grandes
cantidades de deseos para realizar en el instante en que todo termine. Quisiera
poder tener un resumen de la vida en el planeta tierra, viajar y apreciar
momentos clave de la historia, contemplar cómo se crearon los planetas,
apreciar aquel caos que ocasionó la vida en la Tierra. Quisiera poder acariciar
las nubes con mis mejillas, volar entre los rayos dorados del sol en un
atardecer cálido. Quisiera ver la vida de mis antepasados y un resumen de mi
propia vida, apreciar lo que no aprecié en su momento y despedirme de todos
aquellos seres que me amaron en vida. ¿Y es que por qué la vida es tan corta?
Es un simple soplo en el momento menos inesperado que se nos arrebata, dejando varios
“te quiero” y “te amo” inconclusos. Quisiera en verdad que existiera ese
paraíso eterno para ser recibido por mi madre cuando muera; quisiera escucharla
en un millón de anécdotas sobre qué ha hecho después de fallecer. Que me
presente a personas fascinantes que ha conocido en la eternidad. Quisiera que
me llevara de la mano y me colocara enfrente de la biblioteca eterna del reino
de Dios, y me diga: “Sí, hay libros después de la muerte”. Y así perderme en
cada día de la eternidad leyendo lo que no pude leer en vida. Deseo que quien
pueda leer estas palabras, pudiera tener la seguridad de que todo va estar bien
después de la muerte. Quisiera que cuando ya haya pasado mucho tiempo después
de que me fuera de este mundo terrenal, leyeran ésto y así, pudiera revivir a
través de sus ojos y pensamientos. Y así puedan estar tranquilos de que hubo
una persona que creyó tan intensamente que había algo más después de la vida
física, que puedan sentirse felices en su presente de que todo va estar bien
cuando todo culmine. Sería como el pacto de un muerto a futuros cuerpos
difuntos. Ojalá que donde me encuentre, ya no haya dolor, ya no haya preocupaciones,
ni depresión, ni ansiedad, y ningún malestar. Que tengan la confianza de que el
sol sigue saliendo en la eternidad y nos ilumina a todas las almas con su calor
en esos rayos dorados que atraviesan aquellas nubes blancas suspendidas en el horizonte.
J. N. R.


